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Desde hace más años que de los que tengo de vida, tiene este negocio que empezó mi papá y mi mamá.
Eran los inicios de los años ochenta y mi papá, Humberto, se quedó sin trabajo, probaron de mucho y de todo, desde vendiendo chacharas en el baratillo, una pequeña cremería que se asomaba en la ventana de una casa de Santa Tere, tacos de carnitas en un tendido en la calle, y lo que fuera , para poder tener dinero para dar de comer a la familia. No pegaba y no más no se podía acomodar algo estable. Un día una señora de una cenaduría, platicando les dijo a Doña Bety y Don Beto, “- ponga algo de comida, verá que de comer no le faltará”-.
Con la necesidad tocando la puerta y con lo que se podía, se armaron de una olla , una receta con chiles , especias y mucho corazón para echarle la bendición con la sal, una vuelta para la izquierda y una pa la derecha, la cosa era empezar.
Así nació la receta, que en la calle de Pedro Buzeta aún se encuentra. Entre ollas, botes de plástico y una vitrina para el birote, empezaron a vender tortas. Todo en media combi hecha puesto y una banca de un tronco que se encontraron en un rancho. El espacio era afuera de la casa de la abuela.
Como familia, la cosa se complica cuando hay un puesto en la calle que atender, salir a trabajar, llevar los niños a la escuela y hacer la vida de familia lo más llevadera, aunque es una realidad de muchas familias, amo la particularidad de mi familia, que encontramos en la calle un espacio para hacer un modo de vida, formando parte de una identidad en la cuadra de la calle y ser referencia de los vecinos para jugar, para tomar el camión o preguntar pa donde va, o simplemente, para ver pasar propios y extraños.
Así nacimos, en el puesto sobre la calle, comenzaron a llegar cada vez más personas de barrios y colonias más lejanas. En aquellos tiempos, no era tan fácil dar comida para llevar, por lo que todo se ofrecía ahí, de pie y con los refrescos a un lado de los pies. Mientras a otros en bolsita les resultaba más sabroso comer la torta.
Ahogadas Betos, nos llamamos así, hubo quienes venían ya de otros lugares mucho más lejanos. Me acuerdo que me emocionaba, cuando escuchaba personas que no eran de Guadalajara y les habían recomendado visitarnos. No sé cómo era antes, lo que sí, es que siempre fue de boca en boca, en esos tiempos algunos comenzaron a escribir de nosotros en el entonces períodico siglo 21, me acuerdo que mi familia se emocionó hasta las lágrimas y narices anchas, cuando sacaron el primer artículo en una sección llamada Gourmet Callejero.
Al pasar de los años, don Beto, pasó el machete y nos enseñó la receta y la pasión de la bendición. Se despidió de doña Bety y nosotros sus hijos en dos mil veintiuno. Sabíamos que no se iba a terminar ahí, con el amor de doña Bety y aún con todo lo que estuvo en contra en esos años, nos dolió mucho haber movido el puesto de aquella esquina. Todo se acomodó para que años después retomamos la venta en la calle, en un puesto de madera y con una bugambilia haciendo sombra y lo mejor de todo, con el tronco como banca que cargó doña Bety y don Beto, aquel año de 1981.
Ahora , nos visitan de varios lugares para venir a comer o para llevarse, personas extranjeras, nacionales, de la región, reporteros, creadores de contenido y curiosos que quieren probar una torta ahogada bañada en consomé y escribir algo sobre su experiencia. Es de mucho gusto saber que hay quienes han escrito para diarios incluso de otro país, sobre su experiencia con nosotros.
Nos llena de gusto saber que hay quienes nos han referenciado como una de las tortas ahogadas más ricas de la ciudad, aún no siendo las tradicionales. Hay mucho corazón detrás de todos estos años y una familia que aún se levanta todos los días para llenar de vida y sabor una de las calles del barrio de Santa Tere.
Así escribo, Yo, uno de los hijos.
Desde 1981, en el barrio de Santa Tere, Guadalajara, México.
PEDRO BUZETA 757 , SANTA TERESITA, GUADALAJARA, MÉXICO CP. 44600
AHOGADAS BETOS ES UNA MARCA REGISTRADA ANTE EL INSTITUTO MEXICANO DE LA PROPIEDAD INDUSTRIAL